Allá por el 2006, un ingeniero llamado Aza Raskin (el mismo que más tarde se convertiría en una voz crítica sobre la ética digital) inventó un patrón que parecía brillante: en lugar de forzar al usuario a hacer clic en “Página siguiente” o “cargar más”, la información se cargaba de manera continua con tan solo hacer scroll.
Más cómodo, más fluido, menos clics. Una maravilla… ¿o no?
Lo que empezó como un atajo para mejorar la experiencia acabó siendo uno de los patrones más adictivos de la historia de Internet. 🤯
El resultado fue un cambio radical en cómo los usuariosnavegamos. Hoy el scroll infinito está presente en redes sociales, e-commerce, medios digitales… prácticamente en cualquier sitio donde haya contenido. Pero también abrió la puerta a preguntas incómodas: ¿realmente sirve al usuario o al negocio?
Origen del scroll infinito
Aza Raskin, trabajando en Humanized, lo introdujo como solución para evitar clics innecesarios. La idea era optimizar la usabilidad, no crear adicción. Sin embargo, pronto los diseñadores de empresas como Twitter, Facebook o LinkedIn adoptaron este patrón porque maximizaba tiempo de retención en pantalla.
Lo que nació como un “atajo” para la experiencia, acabó convertido en un mecanismo de retención masiva.
Cómo funciona realmente
El scroll infinito no es más que carga dinámica de contenido: a medida que el usuario baja, el sistema solicita y muestra nuevos bloques de información. Se opone a la paginación, donde el contenido se fragmenta y el usuario debe tomar una decisión activa para seguir navegando.

El efecto psicológico es muy potente: el usuario siente que nunca se acaba, que siempre hay algo más que ver. Una especie de “cinta transportadora” de contenido.
Los sesgos que activa en el usuario
Aquí está el meollo. El scroll infinito no solo es un patrón de diseño; es un disparador psicológico que activa múltiples sesgos:
- Sesgo de disponibilidad: lo más reciente y accesible parece más relevante.
- Efecto Zeigarnik: nos cuesta parar porque sentimos que “queda algo pendiente”, el feed nunca termina.
- FOMO (Fear of Missing Out): ¿y si la próxima publicación es justo la que no me quiero perder?
- Gratificación variable: como en las máquinas tragaperras, cada swipe puede traer una recompensa, entonces no quieres parara de tirar.
El impacto del scroll infinito en la experiencia de usuario
Pros:
- Elimina la fricción, esto es ideal para explorar (Pinterest, lo hace muy bien), te mete en flow y descubres cosas que de otro modo no verías.
- Aumenta descubrimiento y tiempo de permanencia.
- Crea sensación de fluidez.
Contras:
- Dificulta encontrar información concreta (¿recuerdas esa publicación que viste hace dos días?).
- Genera fatiga cognitiva.
- El usuario pierde la noción del tiempo y del control.
¿Es ético el scroll infinito?
Aquí entramos en terreno pantanoso y es justo donde aparece el dilema de implementar este patrón en nuestras aplicaciones. Aunque hay debates extensos sobre este tema (en el podcast de Itnig solía ser un debate recurrente) yo te comparto mi visión sobre lo bueno y lo malo que le veo a su implementación:
A favor:
- Facilita mucho navegación en contextos de exploración abierta.
- Si se usa con transparencia, puede ser un recurso cómodo y muy útil para la interacción del usuario.
En contra:
- Se ha convertido en herramienta de manipulación para maximizar métricas de negocio.
- Favorece la sobreexposición y la adicción digital.
La ética no está en la herramienta, sino en la intención con la que se aplica.
Cómo aplicarlo de forma responsable
Si decides usar scroll infinito en tu producto, aquí algunas guías para hacerlo de forma ética:
- Ofrece puntos de control: dale al usuario opciones paginación híbrida o botones de “cargar más”.
- Da feedback de progreso: indicadores de tiempo, marcas de sesión o límites visibles.
- Introduce pausas naturales: no obligues al usuario a deslizar sin fin; ofrece “respiros” donde decidir si seguir.
- Diseña con empatía: pregúntate siempre si estás ayudando al usuario o exprimiendo su atención.
Conclusiones y reflexiones
El scroll infinito creo que no es ni bueno ni malo por sí mismo.
Es una herramienta más que, usada con criterio, puede mejorar la experiencia de navegación y uso. Pero si se aplica únicamente para retener al usuario a cualquier precio, se convierte en un arma de manipulación y un dark pattern de manual.
No hay mas que ver nuestras métricas de uso de redes sociales como Instagram o TikTok para ver el nivel de adicción que se genera.🫠
Como diseñadores y creadores de productos, tenemos una responsabilidad: no diseñar para el negocio a costa de las personas, sino encontrar ese punto donde la experiencia fluye sin atrapar, siendo útil tanto a negocio como usuario.